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Antártica
Nuevo lago Subglacial
Con mucha alegría anunciamos la publicación el 29 de junio del 2023 de los resultados de nuestro arduo trabajo sísmico en el lago subglacial SLC de Antártica Occidental (Brisbourne et al., 2023). Después de varios años y dos intensas campañas de terreno con el British Antarctic Survey (BAS) presentamos este gran logro, donde anunciamos el descubrimiento de que el SLC (79°12’S/88°W) ubicado bajo 2653 m de espesor de hielo en la divisoria entre los glaciares Institute, Minnesota y Rutford en la región occidental de la Cordillera Ellsworth (Rivera et al., 2015) tiene un área de 18.7 km², una profundidad máxima del agua de 301.3 m ± 1.5 m en su parte más ancha y un volumen total de agua estimado en 2.5 ± 0.3 km³, conviertiéndolo en un excelente candidato para ser explorado en forma directa, para sacar muestras de agua que pueden tener registros de vida extrema. En particular es importante porque en el fondo del lago hay unos 15 m de espesor de sedimentos finos que pueden contener la historia de esta región de Antártica durante, al menos, los último 0.5 millones de años. Ver detalles del nuevo paper.
Andres Rivera midiendo lago subglacial SLC el año 2016. Foto: Alex Brisbourne
Figura del paper con las profundidades medidas en cuatro perfiles sobre el SLC
Más fotos de la campaña en Antártica Occidental de Diciembre del 2016 cuando se hicieron las mediciones sísmicas:
En Mayo del 2015, el laboratorio publicó en la revista GRL, el artículo:
“Subglacial Lake CECs: Discovery and in situ survey of a privileged research site in West Antartica”
Este es el primer lago subglacial confirmado con mediciones terrestres en el territorio Antártico chileno, y es de todo el continente Antártico el primero descubierto por investigadores que no provengan de Europa o los Estados Unidos. Se encuentra a sólo 10 grados geográficos del Polo Sur y su superficie es de al menos 18 km².
El descubrimiento y su verificación detallada
Los primeros indicios fueron detectados en el verano del año 2014, mientras la estación hacía sus travesías, por el plateau central de Antártica occidental, aproximadamente en latitud 80°S a sólo 10 grados geográficos del Polo Sur. El día 21 de enero del 2014 las mediciones del radar terrestre mostraron retornos subglaciares distintos a los observados hasta la fecha, los que indicaban la presencia de un cuerpo de agua masivo a un poco más de 2.6 kilómetros profundidad bajo el hielo. Se realizó de inmediato un primer mapeo con radar de penetración de hielo, que confirmó el hallazgo. Se regresó al año siguiente y se completó un mapeo exhaustivo. Los resultados fueron entonces analizados en detalle y se enviaron para publicación en la revista especializada de la materia, Geophysical Research Letters, donde el artículo apareció el 22 de mayo del 2015.
Cualidades especiales del lago
Este lago subglacial se encuentra en una zona divisoria de tres grandes glaciares de Antártica Occidental, donde nacen grandes corrientes de hielo, por lo mismo se encuentra en un situación de baja perturbación. En sus inmediaciones el movimiento del hielo es casi inexistente. Esto permite caracterizar al lago como un cuerpo de agua extremadamente estable, con mínimos intercambios de masa con su entorno, convirtiéndolo en un lago prácticamente encapsulado. Lo que favorece la hipótesis de que de albergar vida, esta se habría desarrollado en condiciones de extremo aislamiento.
El lago había permanecido invisible a los sistemas con láser satelital (IceSat), porque no perturba la superficie, no hace variar la altura del hielo y por ende no está experimentando grandes cambios volumétricos, debido a que está en una fosa profunda, muy por debajo del nivel del mar.
Su ubicación es además de acceso especialmente simple desde el punto de vista logístico, encontrándose sólo a 160 kilómetros del glaciar Unión, donde pueden aterrizar aviones de gran envergadura, lo que contribuyó significativamente a que su descubrimiento se hiciese directamente por exploración terrestre.
Este lago subglacial es una oportunidad de acceso a un nuevo mundo.
Hace años la comunidad científica está empeñada en probar la hipótesis de que incluso en las condiciones extremas de un lago subglacial cerrado, encontremos vida, ojalá lo más distinta a la que conocemos, idealmente todo un eco sistema extremófilo. Desde un punto de vista científico, sería lo más parecido a viajar a otro planeta y encontrar vida.
Hasta la fecha ha sido posible perforar la capa de hielo que lo cubre e introducir una sonda en sólo dos lagos subglaciales, el lago Whillans (perforado el 2013) y el Mercer (perforado el 2018) en Antártica Occidental. Los hallazgos biológicos que fueron publicados en 2014 indican que el lago subglacial Whillans, tan sólo a 600 metros de profundidad, tiene vida, incluso peces, en parte porque tiene un mayor intercambio de materia y agua, que luego de pasar por el lago llega al mar de Ross, por lo que no constituye un sistema cerrado (ver nota de prensa). De ahí la necesidad científica de encontrar un candidato lo suficientemente accesible de manera que una eventual perforación sea viable, pero al mismo tiempo, que el cuerpo de agua esté lo más encapsulado posible.
El lago SLC ofrece una oportunidad única para ello, justamente porque combina de manera excepcional su baja perturbación y alta residencia, con una mayor accesibilidad logística si se lo compara con otras alternativas. La perforación y la introducción de una sonda que no contamine, constituyen el paso siguiente, después del descubrimiento y la exploración geofísica. El desafío es mayor, pero no imposible.